Las primeras declaraciones del exconcejal de Marbella Carlos Fernández, tras quedar en libertad bajo fianza en Argentina a la espera de su posible extradición, se han convertido en una sarta de mentiras, fáciles de desmontar por los medios de comunicación españoles que conocen su verdadera historia política y judicial.
A su salida del penal de Chimbas, donde ha estado recluido desde el pasado 15 de septiembre, el exedil del GIL y del PA, prófugo del ‘caso Malaya’ desde que se fugó en 2006, ha venido a atribuir las decisiones policiales y judiciales adoptadas para su detención, en junio 2006, a una especie de conspiración para acabar con su trayectoria política. Nada mas lejos de la realidad.
En el testimonio que ha ofrecido el recluso español a Diario de Cuyo, periódico en el que trabaja su mujer, Carla Coppari, que incluso ha intentado agredir a sus propios compañeros al verles a la salida de la cárcel, Fernández sostiene que “la única posibilidad que había de sacarme de la política era a través de decisiones judiciales”.
Cabe recordar que cuando el entonces titular del Juzgado de Instrucción 5 de Marbella, Miguel Ángel Torres, ordenó la detención de Fernández, en junio de 2006, éste estaba completamente alejado de la vida política. De hecho, en diciembre de 2005 había renunciado a su acta de concejal tras ser condenado por un jurado popular, que consideró probado que se había apropiado de 80.000 euros de las nóminas de los futbolistas del modesto club Unión Deportiva San Pedro. La entidad se nutría de subvenciones municipales y Fernández era concejal delegado de Deportes bajo gobierno del GIL (1991-1999).
Unas declaraciones plagadas de falsedades
“En España mi partido crecía y cada vez se hacía más fuerte”, prosigue Fernández en su fabulador relato al rotativo en el marco del cúmulo de falsedades que vierte, sin rubor ni riesgo de exponerse a contradicción, al desconocer los periodistas argentinos la realidad política de 2006 con un Partido Andalucista hundido en Marbella, tras ser expulsado del gobierno tripartito por un caso de presunta corrupción destapado por EL MUNDO en septiembre de 2005.
Ya en junio de 2006 cuando se ordena la detención de Fernández, el PA marbellí estaba en absoluto declive. Quien era lugarteniente del prófugo, Pedro Pérez ‘Chotis’, no huyó y fue detenido por corrupción en ‘Malaya’. El que fuera también secretario provincial de la citada formación andalucista fue luego condenado y encarcelado en firme, tras el juicio oral de ‘Malaya’, al considerarse probado que recibió sobornos, en forma de sobres con dinero, del cerebro de la trama, Juan Antonio Roca.
Al transcribir las declaraciones del exedil, Diario de Cuyo sostiene que Fernández atribuye las acusaciones en su contra a una “jugada política”. Otra fantasía más, propia de un personaje que acostumbraba a hacer política como si fuera un ilusionista.
Lamentable comportamiento de la mujer de Fernández con insultos racistas a sus propios compañeros de Diario de Cuyo
Lo que se iba a convertir en una fiesta para la familia de Carlos Fernández, al lograr salir esta madrugada en libertad bajo fianza, pasó a ser un desagradable episodio protagonizado por su mujer, la periodista Carla Coppari, que intentó agredir a sus propios compañeros de Diario de Cuyo a la salida de la prisión. Una pareja de reporteros logró la exclusiva y la exmodelo, en tono amenazante llegó a decirles: “la vida da muchas vueltas”.
Coppari lanzó insultos racistas como “negros de mierda” y “cucarachas” a los dos periodistas del medio donde ella se gana la vida. Su actitud se enmarca claramente dentro del clasismo que, según fuentes consultadas por Marbella Confidencial, caracteriza un comportamiento altivo y despectivo, habitual de la reportera que cubre las galas de la alta sociedad de San Juan (Argentina).
Las mismas fuentes han asegurado que la actitud de Coppari ha causado un gran malestar en en el seno de la plantilla de Diario de Cuyo y no se descarta alguna sanción contra ella por parte de la dirección de este medio de comunicación, que se publica en formato papel diario y digital.
Fue Carlos Fernández quien tuvo que calmar a su esposa y, de hecho, atendió “amablemente” a los dos periodistas insultados y maltratados, al concederles unas declaraciones en exclusiva, las únicas que hay hasta ahora.