En este duelo final que se vive en el 19 Congreso del Partido Popular la intervención de Pablo Casado se ha alejado del centro político, aún más si cabe, de lo que se ha visto en la campaña interna de estas elecciones primarias. De ellas saldrá el nuevo presidente de la formación política.
Siendo fiel a la “derecha sin complejos” que pregona, el discurso del diputado por Ávila ha tenido una gran carga ideológica conservadora, con la que difícilmente se podría sentir identificado Adolfo Suárez, cuyo hijo acompaña en en todo momento a Casado en este cónclave.
La opinión generalizada en los pasillos es que la alocución de Casado ante los 3.082 compromisarios ha sido mejor que la de Santamaría en cuanto a fuerza, solidez y contenido. No obstante, hay una cosa clara: la distancia que les separa a ambos desde el centro hacia la derecha es palpable y notoria, aún más si cabe, al escuchar a los dos, por mucho que ella haya querido hacer guiños, con determinados mensajes, a los compromisarios y afiliados más conservadores.
Casado reivindica unos valores mucho más conservadores que Santamaría, es evidente. Como muestra un ejemplo: pretende volver a la Ley del Aborto de 1985 de Felipe González, que ha elogiado, previa a la de Zapatero, a quien ha atacado con dureza por reformarla. No es de extrañar, por tanto, que grupos ultraconservadores y cercanos al Opus Dei, como ‘Hazte Oír’, hayan hecho campaña a su favor, aunque él se ha desentendido de ellos durante varias entrevistas.
En el marco de estos postulados, a la derecha de Santamaría, Casado ha vuelto a dejar claro que se opondrá a la ley de eutanasia que pretende aprobar Pedro Sánchez “por innecesaria e injusta, como ha sido en Reino Unido u Holanda”, ha comparado el aspirante.
“Tenemos que ser el PP que vuelva a dar miedo”, dijo Casado en una de sus intervenciones de campaña. Sin haber concretado en qué contexto deberían dar miedo, después del discurso de este sábado puede haber ahuyentado a votantes de centro puro y duro, por no decir de “extremo centro”, como se declara el exministro García Margallo.
Detrás de la estudiada pose centrista que Casado ha querido tener, al rodearse de Adolfo Suárez Jr. durante la campaña, así como en el arranque de este cónclave, el genuino Suárez nunca podría sentirse identificado con la derecha dura que encarna Casado, un joven que años atrás dijo mirarse en el espejo de Ronald Reagan y Margaret Thacher, sus iconos juveniles, a los que reivindicó como “referentes del neoliberalismo”, cuando era un activo militante de las Nuevas Generaciones de Esperanza Aguirre en Madrid. Las hemerotecas y las videotecas son tozudas y es fácil encontrar esas ideas.
Casado ha dicho sentirse orgulloso del legado de todos los presidentes del partido, Fraga y Hernández Mancha (por Alianza Popular), además de Aznar y Rajoy, por el actual PP. Aquí el orden de los factores sí altera el producto, porque, más allá de que algunos identifiquen a este abogado de 38 años con Aznar, su proyecto político, el que puede asustar al centro, más parece un revival, un déjá vu, de la antigua AP de Fraga y los siete magníficos.
Algunos destacados ‘sorayistas’ que han hablado con Marbella Confidencial reconocen en privado que si gana Casado tendrá difícil escorar el PP hacia la derecha, porque será una victoria por “escaso margen”, frente al centro de Santamaría, vaticinan.
Pase lo que pase, a día de hoy, el discurso de Pablo Casado parecer estar mucho más cercano a líderes ultraconservadores europeos, como el primer ministro de Austria, Sebastian Kurz, de 32 años de edad, con una diferencia: Casado no propugna ideas xenófobas ni racistas, afortunadamente.