La Audiencia de Málaga ha condenado a una pena de siete años y medio de prisión a un hombre por transportar desde Marruecos 365 kilos de resina de cannabis, que fue intervenida junto a otras sustancias en un barco de recreo atracado en un puerto de la localidad malagueña de Marbella, que era de su propiedad. Se absuelve a una mujer, al no consta que participara en los hechos.
Los hechos sucedieron en septiembre de 2014. Agentes de la Guardia Civil intervinieron dicha sustancia dentro de la embarcación que estaba atracada en el puerto deportivo de Cabopino, según señala la sentencia a la que tuvo acceso Europa Press. Además de la resina de cannabis, había 19,6 gramos de MDMA y 47 pastillas de una sustancia conocida como 2C-B.
El Tribunal concluye que el acusado transportó el hachís desde las costas de Marruecos y pensaba “entregarlo a personas desconocidas que lo descargarían en las costas malagueñas para su posterior distribución entre terceras personas”; mientras que las otras sustancias “también las poseía el procesado para su posterior distribución”, desconociéndose dónde las adquirió.
El valor de la resina de hachís asciende a 680.000 euros, dice la resolución, mientras que el de las otras sustancias es de 380 euros el MDMA y 286 euros el del 2C-B. Por estos hechos, el acusado ha sido condenado por dos delitos contra la salud pública, imponiéndose en total siete años y medio de prisión y el pago de más de dos millones de euros de multa.
La Sala señala que resulta probado que la conducta del acusado de, por un lado, el transporte desde Marruecos en una embarcación de su propiedad de unos 365 kilos de resina de cannabis, y, por otro, la posesión de las otras sustancias; integran el delito por el que se le acusaba. Además, se añade que la embarcación era “apta para realizar con mayor facilidad el transporte de sustancias”.
Respecto a la mujer, que mantenía una relación esporádica con el acusado y realizó el viaje, el Tribunal la absuelve ya que declaró que no supo que se cargó la droga y no hay pruebas de que participara en dicha actividad, apuntando que aunque hubiese sabido que la sustancia estaba en el barco, “ese simple conocimiento no la convierte sin más en cómplice”.