En el imaginario colectivo andaluz se ha instalado ya la creencia, verosímil, de que la sanidad pública quita y pone gobiernos. La amarga victoria de Susana Díaz, en diciembre de 2018, propiciada en gran parte por la mala gestión sanitaria del Ejecutivo que presidió, es un claro ejemplo de lo anterior. Más de 400.000 votantes socialistas se quedaron en su casa pero luego, ya en generales, salieron de su zona de confort abstencionista para ir a votar a Pedro Sánchez como cabeza de cartel en las generales.
Con la aniquilación, casi por completo, del virus de la pandemia y la relajación de medidas sanitarias ha vuelto la vida en la calle y con ella las protestas, en este caso sanitarias. Son las llamadas ‘mareas blancas’ que denuncian el “despido de 8.000 profesionales” del Servicio Andaluz de Salud (SAS). En el Gobierno andaluz, de PP y Cs, son conscientes de la utilización que la izquierda hace y va a seguir haciendo de este asunto. De ahí que fuentes del PP andaluz relacionadas con la estrategia electoral, consultadas por Vozpópuli, consideren que las movilizaciones sindicales sanitarias en la calle se han convertido ya en un acicate más para que el presidente, Juanma Moreno, convoque elecciones anticipadas y no agote la legislatura, en contra del deseo que expresa siempre. Sería una buena manera, interpretan, de reformar y legitimar a los populares en las urnas, dados los buenos sondeos que les acompañan hasta ahora.
Al margen de los datos en sí sobre intención de voto del último barómetro del Centro de Estudios Andaluces (Centra), dependiente de la Consejería de Presidencia, que otorga una ventaja de 15 puntos al PP sobre el PSOE y una horquilla de 47-51 escaños (la mayoría absoluta son 55), no menos relevante resulta el hecho de que el 66% de los encuestados considera buena, o muy buena, la gestión de Moreno, además de otorgarle un 6 de valoración. Con estas cifras sobre la mesa es normal que el portavoz parlamentario de los populares, José Antonio Nieto, reconociera en público, durante una entrevista en 7TV, que él personalmente le ha pedido al presidente que convoque elecciones anticipadas.
Tanto PSOE como el resto de partidos a su izquierda, además de los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, han acogido en su argumentario diario el asunto de los 8.000 contratos sanitarios que finalizan y no serán renovados. Para la izquierda, no son otra cosa que “despidos”. Conviene aclarar que entre ellos no hay ningún médico. Se trata de enfermeros y analistas clínicos de PCR que ya no son necesarios, a juicio del Gobierno andaluz de PP y Cs, dada la gran mejoría experimentada en relación con la pandemia, gracias a las elevadas cifras de vacunación.
Al comienzo de la pandemia se contrataron 20.000 sanitarios en Andalucía, gracias a fondos específicos, habilitados para tales fines. Ahora, con la vuelta a la normalidad no se renuevan 8.000 contratos porque, entre otras cosas, se acaban los fondos. Sí se renueva al cien por cien de los médicos y al setenta por ciento de los enfermeros. En total son 12.000 renovaciones. Así se escribe la historia.
Pero en los cuarteles generales del Partido Popular en Andalucía hay preocupación, porque saben que las llamadas ‘mareas blancas’ no han hecho más que empezar y tratarán de erosionar al máximo a Moreno Bonilla en las calles. Más allá, reconocen las fuentes consultadas, de que la atención primaria en los centros de salud deja mucho que desear y se ha convertido en otro quebradero de cabeza para los conservadores y liberales que conforman el Ejecutivo de coalición, algo que también será aprovechado por unas ‘mareas’ a las que ya tuvo que enfrentarse Susana Díaz en los estertores de su mandato.