“Me aparto, pero no me voy. No podría irme, he dejado más de media vida en este partido, seré leal”. Con este mensaje final se ha despedido el todavía presidente del Partido Popular. Unas palabras que algunos podrán interpretar como un posible tutelaje. Quizás por eso, antes de decirlo, ha advertido: “espero que se interprete bien”.
Donde no ha habido ninguna duda es en lo de “ser leal”, un mensaje claro a José María Aznar, de quien le separa ya una distancia sideral, a pesar de haber presidido el PP gracias a él y a su dedazo. Una manera de designar sucesor que, afortunadamente, el Partido Popular ha desterrado por el momento.
A tenor de su discurso, en el que no ha hecho una sola referencia textual, o indirecta, hacia los candidatos: Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría, no parece, a priori, que Rajoy vaya a inmiscuirse en el futuro, porque ha hablado en pasado.
La imagen del expresidente del Gobierno hablando en un atril que lleva el lema de ‘El futuro de España’ ha sido una contradicción en sí misma. De futuro cero patatero, por parafrasear a Aznar.
Todo el argumentario del exinquilino de La Moncloa ha sido una excusa para reivindicar su legado, mucho autobombo y ninguna alusión a los casos de corrupción. Más de lo mismo en los estertores del llamado ‘marianismo’ que para muchos encarna su ‘hija política’: Soraya Sáenz de Santamaría.
Se había especulado bastante sobre que Rajoy podría, a última hora, decantar la balanza hacia Santamaría con un dedazo indirecto. Algunos dirigentes de la candidatura de Pablo Casado, como Javier Maroto, ya le marcaban el camino a seguir horas antes de este 19 Congreso: “Mariano Rajoy ha sido neutral y lo va a seguir siendo”. Así ha sido, al menos ante los más de 3.000 compromisarios que se sientan en un plenario que oficialmente tiene cabida para 2.000. Cuestión distinta es lo que haya podido maniobrar en la sombra para favorecer a su predilecta.
Ha habido que esperar a los últimos minutos de su intervención, muy al estilo Rajoy, para vislumbrar algún pronunciamiento de futuro, o sobre lo que deseaba para el PP que salga de este disputado cónclave. Todo han sido consejos muy genéricos, paternalistas incluso, sobre lo “responsables” que deben ser los nuevos dirigentes en el ejercicio de su cargos.
En su haber como gobernante ha presumido de haber creado 2,8 millones de empleos, así como de dejar una España “incomparablemente mejor”, al abandonar Moncloa y la sede de Génova 13.
Al ceder el testigo, Rajoy también ha pedido a los compromisarios que se sientan “satisfechos” y miren al pasado “con orgullo”, poco más. El resto de su larga alocución ha girado en torno a dos ejes principales: reivindicar su gestión de la aplicación del artículo 155 en Cataluña y la política antiterrorista frente a ETA: “nunca jamás cedí a nada ni hubo negociación alguna”, ha enfatizado.
Cataluña y ETA para reivindicar sus “logros”
Con respecto a Cataluña, Rajoy ha afirmado que la proclamación de independencia de una comunidad autónoma era algo insólito y que había que “improvisar hasta los procedimientos” para hacerle frente. “No era fácil, pero supimos arbitrar fórmulas para hacerlo y se hizo”, ha apostillado.
Y para defender que se actuó bien se ha remitido a los “hechos”: “El Gobierno autonómico que proclamó la independencia fue cesado, los responsables están respondiendo ante los tribunales o huidos, Puigdemont no ha vuelto a estar en el Gobierno de la Generalitat”, ha enumerado, recalcando que, “por mucho que lo hayan intentado” tampoco han podido repetir como consellers los que le acompañaron en su desafío al Estado.
En cuanto al fin del terrorismo el sucesor de Aznar ha sido rotundo: “hemos asistido al fracaso de ETA”. Sostiene Rajoy que “jamás he caído en la tentación de negociar con ETA como tantos nos pidieron”.
De nuevo, en lo que se ha entendido como otro dardo a Aznar, quien sí acercó a etarras a cárceles vascas, el exjefe del Ejecutivo nacional ha subrayado que “jamás he procedido a un acercamiento de presos, y no será porque no nos lo hayan demandado con insistencia”. Para Pedro Sánchez también ha habido andanadas: “a otros les ha faltado tiempo para ceder a las exigencias”, en este caso como alusión a PNV y Bildu.