Ha sido la última de los candidatos a la presidencia de la Junta de Andalucía en comparecer ante los medios de comunicación. Susana Díaz, paso firme, muy rápido, como si quisiera que la pesadilla que predijo en campaña, convertida en realidad, acabara cuanto antes en este cuartel general del PSOE de Andalucía, el hotel Meliá Sevilla, ha hecho un llamamiento a “todos los partidos constitucionalistas” para que el gobierno de Andalucía “no quede en manos de la extrema derecha”.
Rodeada por su círculo de confianza más estrecho: Máximo Díaz Cano, secretario general de la Presidencia, el todavía vicepresidente de la Junta, Manuel Jiménez Barrios, y el dirigente regional del PSOE-A Francisco Conejo, que se ha quedado sin escaño por Málaga (el PSOE empata a 4 con el PP y Cs), la sucesora de José Antonio Griñán ha salido de su reclusión pasadas las 23:00 horas.
En una comparecencia dramática, de apenas siete minutos de duración, con militantes y simpatizantes incrédulos y algunos al borde del llanto, Susana Díaz ha emprendido una especie de huida hacia adelante tras perder el último tren de su carrera política, una vez malogrado el asalto a Ferraz en las primarias de infausto recuerdo: “Hago un llamamiento a todas las fuerzas constitucionalistas a parar a la extrema derecha”.
Su anuncio para liderar una ronda de contactos a partir de este lunes con todos los partidos menos Vox, al ser la fuerza más votada, ha causado perplejidad incluso entre los fieles de Díaz, si se tiene en cuenta que, de forma paralela y casi simultánea, dos de los tres vencedores de esta noche, Juan Marín (Cs) y Juanma Moreno (PP-A) se postulaban ya para liderar este cambio histórico en Andalucía, después de lo que se ha llamado el ‘régimen’ andaluz de 36 años (hubiera cumplido 40 dentro de cuatro).
“Es una noche triste, a pesar de ser el partido más votado y ganar por 7 puntos al segundo y 10 al tercero”, ha reivindicado Díaz con respecto a PP y Cs. Su relato de la derrota ha continuado con otro lamento: “hemos perdido 13 puntos entre las dos fuerzas de izquierdas”, ha dicho en reproche propio y para el que estaba llamado a ser su socio, al menos de investidura.
Susana Díaz ha hablado del “retroceso real de la izquierda en Andalucía”, no en vano el llamado “bloque de derechas” como ella lo bautizó, le ha sacado más de 200.000 votos a PSOE y Adelante Andalucía.
Pero más allá de la autocrítica hecha por Díaz sobre el PSOE de Andalucía, una maquinaria de ganar elecciones salvo cuando las perdió frente a Javier Arenas en 2012 (sin poder gobernar el PP), “lo más grave” para la que es presidenta en funciones es que “ha entrado la extrema derecha”, la misma que ella se encargó de avivar en la última semana de campaña. Y eso que Díaz comenzó una carrera electoral descrita como zen, de muy bajo perfil. Sin duda alguna, ha sido ella la encargada de darle excesivo protagonismo a la formación de extrema derecha que capitanea Santiago Abascal.
Durante su comparecencia, Díaz ha recordado que se comprometió a iniciar un “proceso de diálogo” si tenía la confianza de los andaluces en las urnas. Ahora se considera legitimada para comenzar los contactos para “frenar a la ultraderecha” cuando, ha insistido, “la mayoría ha dicho que el ganador sea el PSOE”.
El objetivo que se marca a corto plazo la secretaria general del PSOE andaluz es entablar diálogo con PP, Cs y Adelante Andalucía “para impedir que la extrema derecha entre con contundencia a ser la llave de Andalucía”, ha recalcado ante un público enmudecido.
Tras animar a Cs y PP a que “se retraten” en este novedoso escenario, ya ha adelantado que su objetivo es “intentar ofrecer una alternativa que no pase por condicionar el gobierno de Andalucía a un partido xenófobo que justicia la violencia entre los ciudadanos y contra la mujer”, ha denunciado Díaz sobre Vox.
Exige a Cs y PP a que se retraten “si prefieren sumar sus votos con la extrema derecha” y abrir un espacio que podría ir ligado a los nuevos escenarios electorales que se avecinan, “sin ningún paño caliente”, les ha retado Díaz en este llamamiento a la desesperada.
“Hemos ganado en una noche triste en la que muchos ciudadanos se han quedado en su casa”, ha expuesto para referirse a la alta abstención registrada en feudos habituales socialistas donde el temor se palpaba ya antes de que se cerraran los colegios electorales dada la baja participación.
“Ha habido gente que ha preferido no confiar en nosotros y quedarse en casa”, ha añadido la todavía presidenta para referirse a votantes socialistas abstencionistas en este ciclo agotado que toca a su fin.
Como colofón a su discurso, quien accedió al poder tras la dimisión de José Antonio Griñán, hoy sentado en el banquillo del ‘caso Ere’ y chamuscado por la corrupción, ha concluido con la “responsabilidad que, a su juicio, supone ser desde el PSOE andaluz el “dique de contención de la extrema derecha en Andalucía para que ese escenario andaluz no se produzca en el resto de escenarios a los que nos vamos a enfrentar” y no sea Vox “quien decida el gobierno de Andalucía”, ha concluido.