De la chaqueta de pana a la coleta

 

Aún cuando algunos todavía se empeñan en afirmar que nuestra democracia es joven -razón no les falta solo si la comparamos con la de otros países de nuestro entorno-, bien es cierto que generalmente lo hacen para anclarse en idearios propios del pasado, o para no reconocer su incapacidad en solucionar los problemas actuales.

Lo joven, en muchas ocasiones, asusta. Lo novedoso acrecienta nuestras inseguridades simplemente por no saber a donde llegaremos. El refranero español -tan sabio como otros- llega a decir “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”, aunque en contraposición también es justo señalar eso de ” Más vale poco y bueno, que mucho y malo”. Y para mí, no hay duda, lo joven es poco.

En 1974, cuando todavía en nuestro país nos encontrábamos bajo la dictadura de Franco, se celebró en Suresnes (Francia) el XXVI Congreso del PSOE. Fue el último en el exilio y el primero donde se elige a un joven (32 años), Felipe González, como Secretario General del Partido Socialista Obrero Español. Casi tres años después, diciembre de 1.976, es en Madrid cuando se celebra nuevo congreso para ratificar a Felipe en ese mismo cargo aún cuando el partido todavía no estaba legalizado, cuestión que vino a producirse en febrero de 1.977.

Las primeras elecciones libres y democráticas, después de la dictadura franquista, se produjeron en junio de 1.977. Meses antes, en plena Semana Santa, el gobierno de Adolfo Suárez legaliza también al Partido Comunista de España.

Dos jóvenes sevillanos, enfundado uno de ellos en la tradicional chaqueta de pana, recorren el país llenado con masas de gentes escenarios de todo tipo. La ilusión por el cambio -tan deseado por buena parte de la población- se hace patente al igual que las propuestas del resto de la izquierda. Ninguno de ellos -por obviedad, tanto por la anterior configuración del Estado, como por su juventud- tenía experiencia de gobierno.

La situación social y política del país, bien es cierto que diferente a la actual, exigía de cambios inmediatos; de sacrificios para los que hasta ese momento, y por más de 40 años, habían ostentado el PODER en su más extensa acepción. El país -este gran país de futuro- no se asustó por la juventud de esos nuevos dirigentes; no mostró inseguridad ante lo desconocido. Quería cambios -cambios justos- para mejorar la situación de buena parte de la población y, más en concreto, de los más desfavorecidos en derechos.

Actualmente, en los tiempos en los que nos movemos política y socialmente, la chaqueta de pana parece haber quedado algo desfasada. Son otras indumentarias, otras caras y “look” personales (siempre respetables) con los que identificamos a los “nuevos” políticos. La coleta ha tomado el mismo protagonismo, o mayor, que el que tuvo en su día la chaqueta de pana.

Desde la irrupción del 15-M, ahora hace 4 años, un número importante de población viene expresando su malestar social y político. La diferencia entre clases se agudiza cada vez más haciéndose más patente entre los más desfavorecidos. Jóvenes, y otros no tantos, vienen clamando por soluciones aportando propuestas. Sin embargo, parece que nos da miedo. Se les quiere quitar credibilidad por algo que, en ningún caso, ellos pueden evitar: Son jóvenes. Su experiencia, que nos sus capacidades, es cierto que en muchos casos es limitada; en otros, viene demostrándose desde la militancia y responsabilidad en organizaciones políticas, ONG’s, asociaciones e iniciativas de todo tipo.

Es hora de dar paso al futuro; a nuevas ideas, a una nueva forma de hacer política. En el ámbito de nuestro municipio, buena parte de los candidatos tienen ese preciado estigma: la juventud. Solo hace falta repasar las listas de las diversas formaciones. En algunas de ellas, además de jóvenes, tienen experiencia demostrada en aportar iniciativas para una política distinta, una política para todos y por todos.

Es hora de avanzar y si, en este caso, las propuestas del equipo actual de gobierno fuesen en el mismo sentido de las ya mencionadas no duden ustedes que serían de mi apoyo, independientemente de la edad. El problema no está en la juventud de nuestros candidatos; el problema es la vejez en la forma de hacer política.

Es así como evoluciona la moda: de la chaqueta de pana a la coleta. En la próxima semana decidiremos si queremos un nuevo look.
 

1 Comment

  1. Gerardo Responder

    Voy a comenzar felicitando a Marbella Confidencial por el fichaje de D. José Manuel Beltrán, que nos ofrece esperanzas de una larga colaboración en el medio. Internet me ha permitido conocerlo mejor y encontrar lo que hasta ahora ha venido escribiendo en sus blogs y en otros lugares. La explicación a este tardío descubrimiento es que llevo relativamente poco tiempo focalizando los temas de Marbella. Lo consideraba un pueblo feliz, de esos que no tienen más historia que la que ya se está intentando enterrar. Pero me he dado cuenta de que esa felicidad es una ilusión óptica que se pretende vender a los ciudadanos. Y curiosamente, muchos de mis amigos y contactos que también viven aquí, miran hacia el horizonte e ignoran la suciedad que tienen a sus pies.

    Mi opinión personal frente a las próximas elecciones es que – en modo alguno – debería la ciudad repetir alcaldesa. Hay docenas de cosas que ha hecho, o que no ha hecho, que serían suficientes para descabalgarla si no fuera porque no parecen importarle a un gran porcentaje de la población. Durante conversaciones en torno a esos motivos, he notado que lo que despierta más interés, y después indignación, es el tema de las lindes, del que Vd. sabe mucho.

    Hace ya tiempo, en el blog de Cristina Falkerberg, la responsable indirecta de esta serie de comentarios que vengo soltando por diferentes lugares, dejé una opinión de la que me permito recortar el siguiente párrafo:

    “Nos enfrentamos a uno de los más sofisticados e ingeniosos modos de enriquecimiento desde la política, en este caso “legal” – aunque no creo que “lícito” – gracias a las actuales lagunas legales tanto administrativas como penales. Lo que le aseguro es que si este escandaloso asunto tiene un final feliz para los diseñadores del expolio, la maniobra será estudiada en el futuro en las facultades de derecho de todo el mundo. Será “el caso de cómo dos alcaldes del mismo partido, amén de un Gobierno autonómico de signo opuesto, se ponen de acuerdo para multiplicar por (¿mil, diez mil?) la fortuna de sólo una de las tres partes.”

    Siempre me ha parecido que el tema podría ser un “best seller”. Cuando lo comento con amigos extranjeros, se muestran muy interesados y me suelen pedir más detalles, que no puedo facilitar. Pienso que Vd. sería la persona indicada, quizás junto a Cristina, para describir, pormenorizar y documentar – desde sus comienzos hace treinta años – cómo se ha venido tejiendo esta trama de ingeniería urbanística. Creo que el relato del hecho podría despertar un gran interés, precisamente por haber sido minuciosamente elaborado a lo largo de décadas y entretejido con una compleja maraña de relaciones personales, colaboradores necesarios, sociedades interpuestas, planificación de sucesiones … , así como por haber contado – desde el principio al fin – con financiación pública para todas sus gestiones. Parece como si el deslinde hubiera sido el eje que ha condicionado y orientado la vida de un grupo familiar.

    No se deje llevar por la sensación de que ya ha agotado el tema. Creo que sólo estamos ante la punta del iceberg, y en lo que se refiere a su difusión, el mensaje sólo ha llegado a limitados sectores de la población local. Quizás porque algunos de ellos se corresponden con los de anteriores votantes del PP, es por lo que se ha intensificado la siembra y recolección “en los huertos del vecino”.

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