El pequeño Julen, el niño de dos años que fue rescatado sin vida a los 13 días de caer en un pozo en la localidad malagueña de Totalán, se encontraba debajo de un tapón de 33,180 kilos de tierra y su cuerpo presentaba, además de fractura craneoencefálica, otras heridas post-morten.
La autopsia preliminar, elaborada en su momento por el Instituto de Medicina Legal y a la que ha tenido acceso Europa Press, establece como causa de la muerte el traumatismo craneoencefálico severo, presentando heridas en la zona temporal izquierda y fronto temporal.
Asimismo, fuentes judiciales han indicado que en el estudio al cuerpo del pequeño se encontraron restos de tierra en el estómago, el esófago, así como en las manos; muestras que se tomaron para su análisis y cotejo. También se ha analizado la tierra del tapón que había sobre Julen, que se produjo, según la investigación, de forma accidental por la propia caída del menor.
Inicialmente, se estima que el fallecimiento se produjo el mismo día, aunque las fuentes consultadas por Europa Press han apuntado a que aún hay que esperar a que esté y sea remitido al juzgado el informe definitivo de autopsia para concretar aspectos como la data de la muerte.
Julen cayó el domingo 13 de enero a un pozo de tan sólo 25 centímetros de diámetro y de algo más de 70 metros de profundidad. Su cuerpo fue encontrado a las 01.25 horas de la madrugada del sábado 26 de enero por los equipos de rescate que lo buscaban desde el momento del suceso; y a las 03.29 horas se logró subirlo a la superficie.
En el procedimiento abierto en el Juzgado de Instrucción número 9 de Málaga se encuentra como investigado únicamente el dueño de la finca donde se encuentra el pozo en el que cayó el pequeño por un presunto delito de homicidio imprudente.
La piqueta
La defensa de éste presentó la pasada semana un informe cuyas conclusiones “permiten presumir” que la muerte del pequeño “se pudo producir durante las labores de rescate” y en el que se apunta que podría ser el uso de una piqueta en las primeras horas de dichas tareas lo que explique las heridas que presentaba el menor.
Fuentes judiciales han apuntado que el menor no presentaba heridas inciso-contusas, según ese informe preliminar de autopsia, y que la piqueta tenía restos de pelos y tierra, pero no sangre.
El informe técnico, encargado por la defensa de David Serrano a un arquitecto que colabora en este caso con el despacho de abogados, señalaba como una de las conclusiones que “las actuaciones con la piqueta, diez impactos en total, entre las 17.30 y las 21.00 horas del día del incidente es lo único que físicamente pudo producir las heridas en la cabeza y cráneo del menor”.
El documento, realizado con las grabaciones y otras informaciones que forman parte del sumario y que se centra entre las 15.30 y las 00.00 horas del día de la caída, indicaba que “el hecho de que tras extraer la piqueta por última vez se recogiesen de su extremo ocho pelos del menor, tres de ellos con raíz telógena, nos lleva a preguntarnos, ¿Qué otra tesis alternativa a la del impacto directo contra la cabeza del menor puede llegar a explicar la presencia de esos restos biológicos en la punta de la piqueta?”.
Las pruebas que pidió la defensa
Al hilo de este informe, la defensa del investigado pidió varias pruebas, como la declaración de bomberos y guardias civiles; que de acordarse se unirían a las que ya se han producido y a las previstas, en concreto la próxima semana, el día 12, el hombre que realizó el pozo, un ayudante de éste y el que hizo una zanja en la zona; y el 13, guardias civiles y ingeniero al frente de las obras de rescate.
Ya han declarado como testigos los padres del niño, que ratificaron lo testificado ante la Guardia Civil aunque matizando y puntualizando algunos aspectos sobre el lugar y en concreto sobre el pozo. Éstos, según fuentes del caso, señalaron que el dueño de la finca no les avisó de que estaba el pozo, como sí declaró el investigado.
Según las fuentes, el padre del niño sí dijo a la jueza que David Serrano le comentó en un momento determinado que en la finca “había pozos”, pero el que vio en ese momento era uno que estaba bien cerrado. La madre llegó a declarar que “si llega a saber que había abiertos cojo a mi niño y me voy”.
También han declarado tres senderistas que acudieron a ayudar a los padres después de que se produjera la caída del pequeño, quienes señalaron que no recuerdan si había bloques de hormigón en la zona y que el pozo no se veía a simple vista.