No sé que ocurre que cuando se emplea la palabra “popular”, aún cuando uno quiera referirse a su concepto más común: lo referido al pueblo; todo se politiza. Y no es que este pueda, o no, ser mi deseo sino que –a fuer de ser sincero- poco me importa y en cualquier caso se que no voy a conseguirlo.
Han transcurrido los días, quizás semanas, desde que la Plaza de los Naranjos –centro neurálgico y de importancia de nuestra querida Marbella- muestra una nueva solería, dicen que de estilo cordobés, en todo el centro de la plaza al igual que ocurre con otras partes del Casco Antiguo. Las obras de remodelación de este espacio provocó que las mesas y sillas allí instaladas por los restaurantes y comercios de la zona, por pura lógica, desapareciesen. En este caso, el perjuicio ocasionado por el vallado y la maquinaria empleada, afectó a todos por igual: peatones, paseantes o viandantes; vecinos que allí habitan y comercios, aunque no creo yo que este sea el punto de vista de quién tiene un negocio allí. Desde hace algún tiempo ya se llevaba comentando en la ciudad el excesivo espacio de plazas y aceras públicas que ocupaban los negocios, generalmente de restauración. Hubo incluso, en la época del anterior equipo de gobierno “popular” una plan especial para una calle: la avenida Miguel Cano; aquello tampoco gustó, pero se hizo y ahí sigue. Ahora le llega el turno a la Plaza de los Naranjos.
Las ordenanzas municipales, que a buen seguro en un sentido u otro se pueden modificar, establecen cómo debe usarse el espacio público. No voy a entrar ahora en cómo se estaba utilizando antes de esta obra; lo que si está claro es que desde ya es necesario un posicionamiento de los diferentes responsables políticos sobre este asunto. Una encuesta promovida por Marbella Activa, asociacion apolítica que trata de crear debate ciudadano, está sacando a la luz la opinión favorable de la ciudadanía a que este espacio remodelado (parte central de la plaza) esté libre de mesas y sillas de los negocios y se utilice para el disfrute libre de todos los ciudadanos. Por otro lado, en la misma encuesta y aunque en minoría cuando se escriben estas líneas, existen votos en contra de lo anterior que súbitamente han ascendido coincidiendo con una campaña en redes sociales vinculada a los empresarios de la restauración. En la preciosa, pequeña y coqueta plaza del Hospitalillo pasa algo parecido, aunque más flagrante. Allí no se podía cenar con el Rey como ocurría en la Plaza de los Naranjos; allí hasta los bancos públicos de forja se utilizan por parte de los negocios de restauración. De nuevo, lo “popular” se enfrenta a …. sí, hay que decirlo, a la peculiaridad “popular” de algunos.
No puedo dejar de expresar mi opinión para que esta usurpación del espacio público no vaya a más; no creo, tampoco, que haya que demonizar a los empresarios con intereses comerciales en la plaza. Ellos pagarán sus tasas por el espacio marcado en las ordenanzas, que quiero presuponer que respetaban, sin embargo –reitero- por el bien de todos es necesario y urgente la definición de los responsables políticos sobre este tema (los unos y los otros) para, de esta forma, evitar polémicas innecesarias.. ¡Ah!, y ya de paso amplíen ustedes el campo de visión para proteger no sólo el acerado sino, también, el espacio arquitectónico de nuestra bella plaza. Yo creo que hasta a los Reyes Católicos les gustaría el aprecio “popular”.